Soy Giselle, doula y guía en procesos de maternidad consciente. Acompaño a mujeres que desean vivir su embarazo y su parto desde un lugar más natural, conectado y respetuoso con su cuerpo. Y una de las herramientas que más utilizo para ello es la herbolaria.
La herbolaria en el parto no es una moda ni un remedio improvisado. Es una práctica ancestral que ayuda a sostener el proceso de gestación, a preparar el cuerpo para el nacimiento y a facilitar la recuperación posterior. Hoy quiero compartir contigo cómo la uso en mi día a día como doula, y por qué confío tanto en el poder de las plantas.
¿Qué es la herbolaria y por qué confiar en ella?
Cuando hablo de herbolaria, no me refiero simplemente a infusiones o remedios naturales. Me refiero a un saber antiguo, transmitido de generación en generación, que nos conecta con la Tierra, con los ritmos del cuerpo y con la sabiduría profunda de lo femenino.
La herbolaria es la medicina de las plantas. Pero es mucho más que eso: es una forma de entender la salud y el bienestar desde un lugar integral, cíclico y respetuoso.
Durante siglos, las mujeres hemos utilizado plantas para acompañar nuestros procesos vitales: menstruación, fertilidad, embarazo, parto, menopausia… Las hierbas no sólo han servido para aliviar síntomas, sino también para sostener emocionalmente, para equilibrar energías, para cuidar los umbrales que cruzamos a lo largo de la vida.
La medicina moderna ha hecho aportes valiosos, por supuesto, pero también ha invisibilizado estos saberes. Nos ha hecho creer que el cuerpo es una máquina y que todo debe resolverse desde fuera, con urgencia y control.
Frente a esa mirada, la herbolaria nos invita a volver a escuchar el cuerpo, a observar los ritmos, a confiar en lo natural. Nos devuelve la posibilidad de ser protagonistas de nuestro propio proceso.
En el contexto del embarazo y el parto, esto cobra una relevancia enorme. No estamos hablando de una dolencia puntual, sino de un proceso transformador que implica cuerpo, emoción, mente y espíritu. La herbolaria en el parto se convierte entonces en una herramienta de acompañamiento global. No se trata de sustituir a la medicina, sino de complementarla con respeto, consciencia y sentido común.
Una de las cosas que más valoro de la herbolaria es su capacidad para sostener sin invadir. Las plantas trabajan en varios niveles a la vez: pueden tonificar el útero, pero también calmar la mente. Pueden aliviar una molestia física, pero también acompañar un duelo, una duda o un miedo. Y lo hacen de forma suave, progresiva, sin violentar al cuerpo, sino dialogando con él.
No todas las plantas son adecuadas en el embarazo, y ese es un punto importante. Algunas pueden estimular contracciones antes de tiempo, otras pueden tener efectos demasiado intensos si no se dosifican bien.
Por eso, en mi acompañamiento como doula, nunca propongo una planta sin antes haber hecho una valoración de la mujer, de su estado físico, emocional y energético. Trabajo desde la personalización absoluta, con respeto y con cuidado. No hay recetas cerradas, porque cada mujer es un universo.
Me gusta pensar en las plantas como maestras silenciosas. No imponen, no corrigen, no fuerzan. Simplemente ofrecen. Y tú decides si las recibes, cómo las integras, qué espacio les das. En mis acompañamientos, suelo preparar infusiones, baños de hierbas, aceites macerados, compresas aromáticas.
Pero más allá de la forma, lo que importa es la intención. Cada preparación es un ritual. Un gesto de amor hacia el cuerpo. Una forma de volver a ti.
Y es que muchas veces, cuando una mujer bebe una infusión durante su embarazo, no sólo está nutriendo su cuerpo: está recuperando un vínculo olvidado. Está permitiéndose parar. Escuchar. Sentir. Eso es lo que hace poderosa a la herbolaria: no el remedio en sí, sino la conexión que genera contigo misma y con lo que estás viviendo.
Confío en la herbolaria porque la he vivido. Porque he visto cómo transforma procesos, cómo suaviza experiencias, cómo aporta belleza, sentido y cuidado en momentos clave. He acompañado partos donde una infusión de melisa fue el ancla que permitió respirar.
He sostenido pospartos donde un baño de caléndula fue más sanador que cualquier palabra. He visto mujeres recuperar su centro, su calma, su fuerza, simplemente por volver a lo esencial.
Y eso, para mí, es la esencia de esta medicina: recordar que lo natural no es sinónimo de débil. Es sinónimo de profundo. Y cuando lo abrazamos con respeto, conocimiento y amor, puede sostenernos de formas que ni imaginábamos.
Plantas que acompañan el embarazo y el parto
Durante el embarazo y el parto, algunas plantas pueden ser especialmente útiles. Estas son algunas de las que suelo utilizar, siempre con cuidado y previa valoración:
Frambuesa roja: tonifica el útero y ayuda a prepararlo para las contracciones.
Ortiga: rica en hierro y minerales, ideal para fortalecer el organismo y prevenir carencias.
Manzanilla y lavanda: calmantes del sistema nervioso, ayudan a dormir mejor y a reducir la ansiedad.
Milenrama y caléndula: favorecen la cicatrización y alivian el posparto en baños de asiento o compresas.
Albahaca y melisa: actúan como reguladores digestivos y emocionales.
Estas plantas pueden prepararse en infusiones, vahos, aceites, compresas o baños. No se trata simplemente de “tomar hierbas”, sino de ritualizar el cuidado del cuerpo y la emoción. La intención también cura.

Doulas y herbolaria: un vínculo que sana
Ser doula no consiste en decirle a una mujer lo que tiene que hacer. Mi labor es estar presente, sostener, acompañar sin intervenir, ayudar a que cada una recuerde su fuerza, su instinto y su capacidad de parir.
La herbolaria en el parto es una parte esencial de ese acompañamiento. No sólo porque las plantas aportan beneficios físicos reales —como aliviar dolores o regular el tono uterino—, sino porque generan un espacio de conexión. Preparar una infusión o un baño con plantas es también una forma de decirte a ti misma: “me cuido, me escucho, confío en mí”.
En las ceremonias que facilito, como los bendicevientres o los rituales de cierre, las plantas tienen un papel fundamental. Usamos lavanda para calmar, romero para proteger, rosa para abrir el corazón, y cacao para reconectar. Cada una de estas plantas nos ofrece algo más que un efecto físico: nos devuelve a lo simbólico, a lo sagrado, a lo que no se puede medir, pero sí sentir.
Además, en los círculos de mujeres y encuentros que coordino dentro de mi proyecto Raíces de Luna, la herbolaria forma parte del lenguaje común. Compartimos infusiones mientras hablamos del parto, de la crianza, del cuerpo. Las plantas se convierten en un puente entre nuestras voces, nuestros miedos y nuestros saberes.
Como doula, no solo acompaño partos. Acompaño transiciones. Y la herbolaria está ahí en cada paso, como testigo silencioso y medicina amorosa.
El embarazo como camino de transformación
A menudo se habla del embarazo en términos clínicos: semanas de gestación, ecografías, analíticas, controles. Y por supuesto, todo eso tiene su lugar. Pero yo he aprendido, acompañando a tantas mujeres, que el embarazo es mucho más que un proceso físico.
Es una transformación completa. Es una travesía que te sacude desde dentro y te cambia para siempre.
El embarazo no solo ensancha el cuerpo. También ensancha el alma. Se despiertan miedos antiguos, emociones olvidadas, preguntas que nunca antes te habías hecho. Hay días de alegría radiante y otros de profunda incertidumbre.
Y todo eso es parte del proceso. No hay un “modo correcto” de estar embarazada. Hay formas únicas, personales, llenas de matices.
Desde mi mirada como doula, el embarazo es una oportunidad de reconexión con una misma. Un tiempo sagrado para mirar hacia adentro, para volver al cuerpo, para escuchar el ritmo de lo que está naciendo —no solo fuera, sino también dentro.
La herbolaria en el parto empieza antes del propio parto. Comienza aquí, en la gestación. A través de infusiones que calman, de plantas que fortalecen, de baños que suavizan el cuerpo. Pero también, a través del ritual, del silencio, del cuidado amoroso. Muchas veces me encuentro preparando una mezcla de hierbas con una mujer embarazada mientras hablamos de su infancia, de sus miedos, de su madre, de cómo quiere criar. Y es ahí donde todo se entrelaza: el cuerpo, la emoción, la memoria.
En este acompañamiento, el embarazo deja de ser una “espera” y se convierte en un viaje. Un viaje que no tiene mapa, pero sí dirección. Y en ese camino, las plantas son como señales en el bosque. Nos orientan, nos alivian, nos sostienen.
El postparto también importa
Demasiado a menudo el postparto queda relegado. Todo el foco está en el bebé, y la madre pasa a segundo plano. Pero el cuerpo necesita cuidados, la mente necesita descanso, y el corazón necesita sostén.
La herbolaria en el postparto ofrece herramientas simples y eficaces para cuidar ese momento tan delicado. Por ejemplo:
Ortiga y diente de león para remineralizar y recuperar fuerzas.
Caléndula y milenrama para baños de asiento que ayudan a cicatrizar y aliviar molestias.
Avena, pasiflora o melisa para favorecer el descanso y calmar el sistema nervioso.
Hinojo, menta o anís en infusión suave para aliviar cólicos del lactante a través de la leche materna.
Pero más allá de lo físico, el postparto es también un proceso emocional. He acompañado a mujeres que necesitaban llorar, descansar, cerrar ciclos.
En los rituales de cierre del parto que realizo —como el cierre de caderas— las plantas actúan como guía y sostén: nos ayudan a cerrar energéticamente ese portal que se abrió durante el parto y a integrar la nueva etapa que comienza.
En estos momentos, el cuidado con plantas se convierte en autocuidado profundo. No sólo para sanar el cuerpo, sino también para recordarte a ti misma que sigues siendo tú, que mereces atención, cariño, descanso y presencia.
Crear un espacio de parto consciente
El lugar donde parimos importa. La energía que nos rodea, también. Parir no es solo algo que “le pasa al cuerpo”. Es algo que atraviesa a toda la persona. Por eso, preparar un espacio que acompañe ese momento puede marcar una gran diferencia.
No importa si decides parir en casa, en un hospital o en una casa de partos. Lo importante es que el entorno te haga sentir segura, tranquila, respetada. Y ahí entra el poder de lo sencillo: una música suave, una luz cálida, aromas naturales, contacto humano. No se trata de tenerlo “todo perfecto”, sino de crear un lugar donde puedas ser tú, sin máscaras, sin tensión, sin juicio.
La herbolaria en el parto contribuye de manera hermosa a crear ese ambiente. Un difusor con aceites esenciales como la lavanda o el eucalipto puede ayudar a relajar el sistema nervioso. Un baño con flores y plantas como romero, manzanilla o rosa puede ayudarte a soltar el miedo antes del trabajo de parto.
Incluso una simple infusión puede convertirse en un anclaje emocional, en un gesto de cuidado profundo.
Cuando acompaño partos, llevo conmigo mis mezclas, mis aceites, mis tejidos, mis manos. No para intervenir, sino para ofrecer presencia y calor.
Preparo una infusión si hace falta. Hago masajes en la espalda. Pongo música suave. Y si la mujer quiere, creamos juntas un pequeño altar con flores, fotos, velas o símbolos importantes para ella.
He visto cómo estos pequeños gestos transforman la experiencia. Una mujer que se siente vista y acompañada, una mujer que puede beber una infusión caliente en medio de las contracciones, una mujer que huele lavanda mientras respira profundo… esa mujer tiene más recursos internos para atravesar el parto con consciencia y poder.
Porque parir no es una lucha. Es un acto creativo. Es abrirse a la vida. Y para abrirse, hace falta sentirse en casa —aunque sea solo durante unas horas. La herbolaria, los rituales y el acompañamiento emocional ayudan precisamente a eso: a volver a casa dentro de una misma.
Preguntas frecuentes sobre herbolaria en el parto
¿Es seguro usar herbolaria durante el embarazo?
Sí, siempre que esté bien guiado. Algunas plantas están contraindicadas, por eso es importante contar con el acompañamiento de alguien formado. Nunca trabajo con recetas universales, sino desde el cuerpo y la historia de cada mujer.
¿Qué efectos tiene la herbolaria durante el parto?
Las plantas pueden aliviar dolores, calmar la ansiedad, tonificar el útero o generar un ambiente cálido y seguro. También ayudan a vivir el parto como un momento más consciente y conectado.
¿Puedo combinar plantas con medicación médica?
Depende. Algunas sí, otras no. Si estás con algún tratamiento, lo hablamos y adaptamos las preparaciones para que no interfieran.
¿Necesito tener experiencia previa con plantas?
No. Basta con tener curiosidad y apertura. Yo te acompaño en todo el proceso, explicándote cada planta y cómo prepararla.
¿Dónde puedo saber más sobre tu trabajo?
Puedes conocer más sobre mí y mis servicios en Raíces de Luna, leer sobre el rol de la doula en este artículo o seguirme en Instagram, donde comparto reflexiones, rituales y contenidos sobre maternidad consciente.
Conclusión: volver al cuerpo, volver a la Tierra
A lo largo de los años he aprendido que el parto no es sólo el nacimiento de un bebé: es el nacimiento de una madre, de una nueva mujer, de una nueva forma de habitarse.
La herbolaria en el parto es, para mí, una forma de devolver dignidad y belleza a este proceso. De crear espacios donde las mujeres se sientan escuchadas, cuidadas y libres de ser quienes son. Las plantas no sustituyen a la medicina, pero complementan con sabiduría, dulzura y respeto. Nos ayudan a confiar en lo que ya sabemos, en lo que siempre estuvo dentro.
Si has llegado hasta aquí, quizás sientas el deseo de vivir tu embarazo de otra manera. De dejar atrás el miedo, de abrirte a lo natural, a lo ritual, a lo que tiene sentido para ti. Si es así, te invito a que lo recorramos juntas. Con calma, con cuidado, con respeto.


